Quizás hace falta que llueva para darme cuenta la falta que me haces, para que recuerde ese dieciséis de nuestro primer beso y reaparezcan las ganas de con mis labios romperte la boca.
Quizás estuvimos destinados desde un primer momento, y ese constante tira y afloja que nos mató por dentro era la forma que tenía el destino de decirnos esperad un poquito más.
Quizás sea mi egoísmo lo que hace que aparezcas en mi mente esta noche, o tal vez sean las ganas de besarte de nuevo.
Quizás seas el único capaz de alumbrar mis ruinas, de recomponer este desastre que soy.
Llegas a mi,acaricias mis heridas y me siento menos rota; y para reconocer eso no hace falta que llueva.
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